Era tarde, hacía un poco de frío. Un correo entró de repente a la bandeja, era un correo de Fernando, apagué el cigarrillo y le puse total atención a sus escritos bastante escasos.
"Abrazo oceánico y muchos besos".
Sonreí un poco y luego me reflejé en la ventana que estaba bastante oscura.
Me agrado ver el correo esa noche, me había olvidado de él durante unas horas, me recosté en el sofá y me quité la bata.
El era un chico sindicalista, mi pesadilla comunista. Escribió en uno de esos días en los que no puedo levantarme de cama para beberme el whiski.
Después de pensar en él en silencio durante unos minutos me levanté y le escribí de vuelta:
-"Fernando, te mando un beso, de esos que no te apetece dar si no hasta que ya estás muy viejo, tengo tanto tiempo de no besar a alguien, solo he besado a nadie".
3 comentarios:
La imposibilidad de ver bajo
el manto de estrellas
cuando no sabemos flotar
a la más sencilla luz
aunque débil
nos vuelve una lanza
la punta de un cuchillo
la esquina de un rayo.
que nítido. Me gusta.
Léster: Que poético andás ahora.
David: Gracias, saludos.
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