viernes, 19 de agosto de 2011

Desperatador.

La lluvia no lavó la culpa camino a casa. Sólo esparció el olor a mi alrededor.
No supe cómo contestarte por teléfono. Siempre sería la misma chica metiéndose en problemas, comiéndose el mundo de una mordida, esperando a ver quién prende una vela por mi.
El altar estaba lleno de flores secas esa noche, no salí de casa. La ventana ya no tenía el reflejo del farol naranja de la calle. Era demasiado tarde, demasiado profundo, demasiado silencio. El silencio siempre es muy sospechoso.
Y esa vez, por primera vez en la vida, me quedé callada.

2 comentarios:

PeRsO dijo...

DESPIERTA QUE NACIO UNA ESTRELLA QUE ESCRIBE...

Anónimo dijo...
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