martes, 15 de diciembre de 2009

Mal Feng Shui

Era tarde y apenas martes, no hacía frío, la bufanda que llevaba era de muy mal gusto, de Barcelona, de un kiosko barato. Había salido bastante avergonzada del apartamento, 
-Buena hora para mi periodo, pensé. Y seguía renegando a mis adentros. 
Encendí un cigarrillo, él me esperaba en una bar, la verdad no me apetecía ir, la verdad no me apetecía verle en absoluto, mandé un mensaje diciendo que no llegaría jamás porque estaba de mal humor, es más, no llegaría jamás con él porque no entiendo el nuevo tecno new age y por eso no nos llevaríamos bien y a nadie le gustan las discusiones, ni hablar.  
Mi mejor amigo me esperaba en Carretera al Salvador, me dijo: -Trae hielo.
Como iba a llevar hielo a un lugar que me queda a más de una hora de camino y queda en medio de un bosque?. Aún así accedí. 
El teléfono sonó de nuevo, no me importó y no lo contesté, sería mi hermana con una nueva rabieta.
-Cerveza, cerveza, Bukowski es sabio, cerveza, cerveza. Resonó en mi cabeza.
Pasé a comprar hielo, cerveza y tampones, me tomó mucho tiempo llegar a ese sitio, pero llegué al final, malhumorada y despeinada. 
No me gustó ver tantas caras familiares, la mayoría de matrimonios jóvenes adinerados, parejas gays alternativas y una que otra mujer en minifalda y botas altas negras. 
Pasé un rato ahí, comí un poco de salmón y decidí volver a casa, al final ya me habían hecho falta los gritos de mi hermana. 
Al entrar a mi cuarto me tumbé en el diván que da la ventana, encendí un cigarrillo y tomé el libro que me había prestado mi amigo, aquel argentino que dice ser dramaturgo pero más le veo planta de futbolista. 
Comencé a leer entre la oscuridad de la habitación y la luz de la calle, a veces no viene bien vivir en el centro, hay demasiada gente con sonidos extraños durante la noche tambaleándose en las aceras.
Mi amigo llamó desde Nicaragua, boté el libro con el que dormitaba y atendí.
Hablé con él durante diez minutos hasta que se cortó la llamada, había muy mala señal.
Estando despierta de nuevo así que me tomé una pastilla para dormir, avancé hasta la sala y me tropecé con mi mascota, ella leía un ensayo de Julio Le Park, la interrumpí, me dio mucha pena, era un día de mal feng shui. 
Me puse en el diván y saqué una galleta de la alacena, la devoré en tres segundos y luego saqué un libro que hablaba sobre el Corán, "Ad Uja", comencé a cantar una sura para quedarme dormida, "Wad duhaa.... wad dujaa... (Juro por la mañana)".
Al despertar eran casi las seis de la mañana, m levanté de un golpe, recogí un par de zapatos y salí a el descanso, encendí un cigarrillo en seguida, mi hermana ya no estaba ahí.
De repente rebotó en mi cabeza:
-"Escribir esto a Roberto". 


No hay comentarios: