La grama parece despejarse de ese olor a verde, ese vaho casi imperceptible.
Acá, conmigo, en el escritorio, nada más que una rosa seca.
En el ordenador, un par, ó tres tipos, de esos que solo quieren hablar de sexo, o tenerlo.
La ventana permanece cerrada, igual que la puerta.
Me veo al espejo, el cabello suelto, las ojeras descubiertas, los ojos cansados.
Cuántos hombres tristes habrán visto lo mismo, a la misma hora,
a esa chica acomodarse entre las sábanas, haciendo su cabello a un lado,
respirando fuerte y sosteniendo un libro.
Esta noche, esta vez, he decidido guardar esa imagen solo para mi,
mi reflejo será solo mío, la sábana me arropará solo a mi.
Quitarme el maquillaje, el brasiere, los zapatos,
y hacerlo a solas.
Está bien,
mientras dure.... (.).
No hay comentarios:
Publicar un comentario