Entro a la casa.
Enciendo la luz, mano derecha. La bolsa sobre la cama, las botas en la parte baja, la chaqueta en el colgadero, los anillos en la mesa, el collar en el cenicero.
El calendario marcó octubre, recordé entonces, aquel romance de octubre y aquel otro y aquel otro, también. Noviembre, diciembre, aquellos otros más.
Y aún así, me siento sola.
jueves, 7 de octubre de 2010
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1 comentario:
pero una soledad sin recuerdos es como un libro sin letras
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