domingo, 5 de junio de 2011

Risa espontánea

Elena paseaba en la calle principal del centro, en esa ocasión llevaba el pelo liso y muy largo, el viento que anticipaba una tormeta eléctrica muy fuerte. Esa tarde Elena no tenía un centavo, había peleado con su hermana que era con quién vivía, y le había entregado la llave de la casa. El ego no la dejaba volver a traer dinero o siquiera algo para comer, en su bolso de cuero café, sólo había cigarrillos, una identificación, un lipstick naranja y un celular sin batería. Elena se sentó en la acera por un momento a fumar uno de los últimos cigarrillos de la caja, no deseaba fumar, pero así mataría el hambre que la había estado torturando durante varias horas ya. Se sujetó el cabello con una cola que llevaba en la muñeca derecha, se quitó la bufanda y dejó su cuello desnudo que asomaba un par de lunares, la gente que pasaba obserbaba en ella esa expresión triste y enferma natural en ella, su delgadez y su mirada perdida en el asfalto. Extrañó más que nunca su Ipod, pero estaba en casa con el resto de sus cosas y con su hermana hirviendo en ira. Se sintió más sola que nunca en ese momento, el cielo amarillento le dió un tono nostálgico a todo en ese momento, suspiró, al exhalar sintió algo en su garganta, cómo si estuviese a punto de llorar. Se contuvo y se paró de la acera, sintió frio, el viento helaba cada vez más. Caminó al sur, no tenía a donde ir. Se sentó en una banca, acabó su cigarrillo y se soltó el cabello. El reflejo de Elena en la vitrina le permitía controlar su entorno. Se veía fijamente en el reflejo, cada vez parecía palidecer más con la luz que se volvía más tenue. Acabó otro cigarrillo, un retorcijón le invadió el abdomen. Se comía las uñas mientras seguía viendo su reflejo, se comenzó a gustar otra vez. De la vitrina del almacén salió un tipo, Elena se asustó al verle, el chico era Gustavo, salió también comiéndose las uñas, los dedos destrozados a causa de ese mal hábito, llevaba una bolsa de plástico en la mano, su cabello era liso y estaba sujetado con una cola muy alta y de copete redondo. Él ubicó a Elena, las miradas se encontraron, Elena la evadió y vio hacia otro lado, sacó un cigarrillo y comenzó a fumarlo. Siempre, sin deseo. Gustavo se acercó a ella y le pidió fuego. Ella lo obserbó bien, él poseía esa misma excentricidad que ella, su piel era pálida y sus ojos de mirada salvaje, ropa de colores discretos pero de diseños y cortes interesantes al ojo de Elena. Le dio fuego, él se sentó a su lado. Elena se incomodó por un segundo, su naturaleza era nerviosa. Gustavo la vio por un segundo, las miradas se volvieron a topar pero Elena bajó la cabeza, rió para ella un segundo. Él le dirigió la palabra de una vez.
-Acabo de comprarme unas sartenes carísimas, que sé que usaré sólo cuándo tega visita, es tedioso pensar en desempolvarlas cada tanto.
Elena lo vio, casi aliviada de que la tensión se haya fragmentado, y le respondió.
-Si yo pudiera comprar esas sartenes tan caras podría pagar a alguien que las desempolve por mi.
Ambos rieron espontáneamente.
-Soy Gustavo, te vi desde que entré al almacén. Pareces muy triste.
-Estoy bien, simplemente estoy pasando el tiempo, me llamo Elena, mis amigos me dicen Ela. Pero no somos amigos, dime Elena.
Esta vez sólo Gustavo rió.
Ambos se quedaron callados un momento, hasta que Elena habló de nuevo.
-Creo que me caminaré. Me gustó conocerte. Eres muy bonito. Adiós.
-Espera, ¿Quieres que te encamine a tu casa?, puedes sugerirme en que gastar mi dinero.
-Mmm, bueno, la verdad es que no tengo a donde ir, mi hermana me echó de casa... Más bien, yo me fui de ahí, no quiero volver.Gracias.
-Oh, pues, puedes quedarte conmigo en mi casa, mi sala es cómoda y hay internet. Hay un jardín, pajaritos y esas cosas.
-No puedo ir a tu casa, eres un extraño, no puedo ir a la casa de un extraño.
-Y si vamos a un motel? Puedo hacerte compañía, bebemos café y oimos algo de música.
-Pues, un hotel con un extraño suena... mejor.
-Bueno. Entonces?.
-Okei, ta´ bien.
Ambos caminaron al norte, el viento desordenaba el cabello de ambos. Pararon en un hotel de la calle 7, no hablaron durante el camino.
Entraron al hotel, era un hotel lindo. Cómodo, un poco costoso y sentaba bien.
Gustavo pidió una habitación con dos camas.
Subieron, y se sentaron en la mesa de desayuno. Elena sacó el último cigarrillo, se lo ofreció a Gustavo, él aceptó, sus manos se rozaron, ambos las quitaron instintivamente.
Se sentaron, Gustavo en la cama de la izquierda y Elena en la cama de la derecha. En un instante sus miradas se sostuvieron más de unos segundos, Elena no se incomodó esta vez con la mirada de Gustavo, ahora lo miraba cómo enfrentándolo, preguntándose cuál era la intensión de tenerla ahí, en el cuarto de hotel, sin decirle nada.
Elena mantuvo la mirada, esta vez fue Gustavo el que cedió, bajó la mirada y se levantó de la cama.
-Necesitarás algunas mantas más. Te dejaré dormir, debes de estar exhausta, las peleas siempre son una cosa tediosa.
Sacó unas sábanas de la mesa de noche y se las dió a Elena, sus manos se encontraron por un momento, esta vez ninguno apartó el contacto.
Elena colocó la sábana sobre su cuerpo y se tendió en la cama, para ese momento ya se sentía cómoda. Se quedó dormida. A los 20 minutos despetó, Gutavo ya no estaba en la habitación. Esperó una hora, luego de eso bajó a recepción a preguntar por él. Le dijeron que ya se había marchado, que había cancelado la cuenta y que pidiera de comer lo que quisiera, estaba pagado.
Ella se quedó mirando al encargado y le preguntó:
-No dejó una nota?.
-No señorita.
Elena subió a la habitación y buscó alguna nota, alguna secuela de Gustavo, pero no encontró nada.
Se decepcionó un poco de eso, pero a la vez se sintió confortada de tener un sitio en donde dormir esa noche.
Al día siguiente en la mañana, Elena dejó la habitación y pidió un café para llevar. No dejaba de pensar en lo que le había pasado el día anterior.
Al salir del hotel Gustavo estaba fumando un cigarrillo frente al portero. Al verla se acercó y le dijo:
-Sabía que no comerías nada de acá, vamos te llevaré a desayunar afuera.
Elena sonrió.

2 comentarios:

Pablo Hernández M. dijo...

muy bueno! oye, yo quiero algo así como un segundo capítulo de esa historia, me quedé enganchado

Anónimo dijo...

realidad vs. su imaginacion