sábado, 23 de julio de 2011

Amor de su vida.

Él desapareció cómo un susupiro,
otra vez.
Siempre le costaba respirar después.
Los días quedaban rezagados, 
llenaba las horas, 
entre saliva, 
sangre y hematomas, 
sexo vacío, 
olvidable, 
amor prescindible
y falta de culpa.

Otra vez, 
despareció, 
sin dejar más que un sabor en la boca,
a resignación, 
desencanto, 
y un ápice, 
mínimo, 
de esperanza.

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