domingo, 29 de julio de 2012

3.

Me sentía ajena, en ese país extraño, aliada de todo lo que se me hace cómodo, y a la vez, me invadía una valentía forzada.
Siempre peleábamos, por tonterías, por miedos, por inseguridades, por inmadurez, por familia, por dinero, por vanidades y falta de comunicación, pero en las noches acabábamos abrazados en la cama, en medio de la oscuridad, y parecía que todo estaba bien, y la mañana nos invadía de una falsa esperanza.
Siempre te ví cómo un príncipe, de esos que vienen a salvarle la vida a la chica que está en aprietos, pero tu corona era una ilusión, pues al final tu eras un príncipe en aprietos y el dragón tira llamas de mi cuento eran adicciones y problemas sin resolver de mi pasado. En tu corazón jamás hubo espacio para tantas maletas.
Nuestra casa quedó vacía, veo la tina con nostalgia, era el lugar donde más tiempo compartíamos de verdad, el agua caliente, la luz entre el plástico de la cortina, el olor a jabón y las pruebas de embarazo en el cesto de papel. Un manicomio compartido.
Todo había quedado atrás, y fué muy díficil, dejarte ir, dejar ir lo que alguna vez me hice creer cómo "amor", había apostado mi alma a nosotros, me hice tan vulnerable, era un vaso de agua, y no vino más que dolor.
Lo más díficil de todo es despertar sola, en una cama vacía, sin tener a qué aferrarme, sin tener que más decir, sin reprocharle a nadie. Estoy sola, otra vez, es palpable, estoy de inédita otra vez.
Recuerdo con cariño, las veces que caminábamos en las noches de la mano, volviendo de mi trabajo, todo parecía muy tranquilo y esperanzador, y justo antes de dormir oíamos a musica a veces. La comida era súcia, pero era nuestra, la vida era una apropiación de nuestra juventud.
Ahora dejé una casa vacía, volví con mis padres, estoy más delgada y me interesa menos todo, la vida, el amor, el sexo. Realmente existe todo eso?
Mi hermana me abraza cada vez que me ve llorar, me pone el gato en el regazo, y mi padre me da cariños, mi madre es más fría, pero veo la lástima que siente por mi. Mis amigos, frente a ellos soy más fuerte e indiferente respecto al tema, pero todos saben el dolor que me sofoca.
Nos habíamos dejado más de veinte veces, y nunca se había dado realmente. Siempre acabábamos abrazados en la noche en nuestra cama. Esta vez sí pasó.
Ya no como, ya no lloro, ya no río. Soy yo de nuevo.


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