sábado, 13 de septiembre de 2014

El culero.


Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que me vuelto una persona verdaderamente indeseable e implacentera. Quienes me rodean es gente que me conoce desde hace mucho tiempo y gente que tiene que estar conmigo por lazos sanguíneos.
Los amigos que me rodean son también, personas indeseables, pesimistas y con un alto, altísimo sentido crítico.
Es tal vez, porque en nuestro derecho de mantenernos informados podemos alzar nuestra sensibilidad al máximo y tratar de encarnar una empatía, de vez en cuándo en la búsqueda del bien común.
Ah! Ahí está. ¿De quienes hablamos cuándo buscamos el bien común? ¿De una comunidad? ¿De cuál?

La noción del bien y el mal se remonta epistológicamente a la filosofía del siglo ante pasado. Hay muchas corrientes que van desde la perspectiva de la fenomenología hasta el sentido común de la moralidad vista de la ilustración a través de la razón y el orden civil y la contra corriente a través de los sentimientos humanos pasionales (Emociones). En lo que todos coincidimos es: En que o se es culero, o no se es culero. Y todos, absolutamente todos, sabemos que es un culero.

Con eso claro, avanzo a mi siguiente punto. Está la pregunta ¿Si soy culero, con quién estoy siendo culero?

A ver un ejemplo.

Un hombre viola a una mujer. Ese hombre es un gran culero.
Doña Cuento opina al ver la noticia: "Seguro la fulana era una gran puta que no se daba a respetar y por eso la violaron" Doña Cuento: Culera.
La Fulana, o sea la víctima, busca justicia en un sistema como el de Guatemala que lo único que hace es, traspapelar el caso con la certeza de que a menos que ese mismo hombre viola a otras doce mujeres se resolverá el caso. El sistema de justicia Guatemalteca: Que culero.
El hermano de la Fulana se emputa porque nadie hace justicia y él va a matar al violador que deja una viuda y dos hijos. El hermano de la víctima ¿Culero? Dejaré que eso lo decida usted. Solo recuerde, trate de no ser culero a la hora de tomar partido. Piense en la víctima traumatizada de violación, pero también en la viuda y dos hijos que se quedan sin padre culero y sustento diario. (Acuérdese también, que el sistema estatal no ayudará a nadie)

Pienso con esto en una frase del escritor Xavier Velasco. "Una cosa es comerse el plato de mierda y otra cosa muy diferente es pedir un segundo plato".
Para mi, esa frase resume mucho mi estado natural. A pesar de que crecí en un sistema de corrupición e intimidación aún me quedan las fuerzas de rechazar ese segundo abuso. Yo no voy a poner la otra mejilla como dicen los Cristianos.
Sin embargo Guatemala pareciera cada día más a una historia que mezcla un realismo mágico con un realismo sucio. Las cotidianidad pierde mesura  y complejidad y sus personajes irreales y vulgares bailan sobre una gloriosa tierra sin ley. Es como una retahila de perosnajes de la lotería con nombre y sin apellido.

Porque cada día la vida vale menos, pero a la vez, aunque irónicamente, cada día la vida está más cara. Y cuándo uno siente, no se está comiendo ese segundo plato de mierda, porque se lo están embarrando en la cara.








1 comentario:

Maria dijo...

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