Entre brebajes y bruma me negaste un beso,
yo te vi, de reojo, de lamento suspiré a ti, ileso.
Besé tus manos, levanté la cabeza y me rendí
a ti,
tu cruel entre tanto apetito preferiste callar, de golpe morí.
Con la casta de morena piel, la altura de un roble fuerte,
y el encrespado cabello como un nido de bermellón seco, inerte,
asemeja tu aroma la brisa de otoño, cruel, seductor,
lacerante e insufrible, engatusa el vulnerable corazón.
En prisa desenvuelve la figura y despeina la cresta,
cae la rosa de pétalo en pétalo, de amor dispuesta.
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