La tarde anterior había hecho una cita usual con su ginecólogo, al cual le desagradaba ir porque le consideraba muy atractivo y cada vez en la consultoría, era muy incómoda.
En la última consulta Lucía llegó bastante tarde, esperaba que no le atendiera por la hora, pero ahí estaba él, aún, le dijo a Lucía que la estaba esperando, Lucía estaba un poco ansiosa, en verdad le disgustaba la vulnerabilidad a la que se exponía en la consulta.
Cuándo entró a la habitación saludó como de costumbre, puso su Prada a un lado y se sacó los pantalones, se puso la bata y se subió a la mesa, después de ponerse las manos en la cara el ginecólogo comenzó la consulta.
Lucía estaba muy apenada, no podía hablar, solo balbuceaba, -Sí, sí.
Lucía pensó en el tiempo que pasó sin estar con un hombre y en la intimidad que presentaba la situación; no podía dejar de ver la argolla de matrimonio de su ginecólogo.
Al acabar la consulta Lucía se puso de vuelta los pantalones y le preguntó si todo estaba en orden, él respondió que sí.
Lucía tomó su bolsa y le agradeció, el ginecólogo le platicó un poco, charlaron un rato y bromearon.
Después de un momento Lucía se paró y tomó sus cosas, el ginecólogo se acercó hasta ella y la besó, después de unos segundos Lucía se alejó, él la vio de nuevo.
Lucía se tranquilizó al pensar que el lejos de ser su ginecólogo era un ser humano
Al siguiente día Lucía rechazó una llamada y cambió de clínica.
2 comentarios:
Edna, por eso tus cuentos Lester tuvo una pesadilla.
Edna, Lucía, y una ficción que no fue:
"Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas...yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro…
Y no sé cuál de los dos escribe esta página".
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