martes, 5 de abril de 2011

La tentación.


Lucía caminaba a casa sosteniendo unas fotografías en blanco y negro tamaño pasaporte, se las había sacado esa tarde en Foto Europa. 
Camino a casa, pasó frente a una iglesia, una boda se celebraba ahí dentro, la novia vestía un largo y vaporoso vestido, sonreía y había flores a su alrededor. Se veía feliz.
Recordó de momento las palabras de su mejor amigo, el día en el que iban a ver la función sabatina de la tarde: “¿Por qué siempre tienes que ser las tentaciones, la culpa, el pecado, la otra?”.
Las palabras de Baher rebotaron esa noche en la cabeza de Lucía, nunca había resumido su vida amorosa en una frase. La respuesta a esa frase fue sólo un largo silencio.
Ella se identificó inmediatamente con las palabras de Baher. Se vio en el reflejo de sus lentes oscuros caros.
Pensaba en cómo superaría otra vez ese sentimiento, no de culpa, si no de sentirse ella misma cómo la culpa.
Al entrar a casa, abrió la cajilla negra en dónde guardaba los cigarrillos, y sacó unas fotografías viejas, era ella misma, desde que tenía 6 años. Hasta ahora, ya con 20, la cara guardaba la misma expresión nostálgica. El cabello estaba ahora ligeramente más rizado que cuándo era una pequeña niña. 
Sacó una del sobre en dónde llevaba las fotografías y la echó a la cajilla. Con un ligero enfado, enfado con ella misma.
Pensó luego de eso, un poco, respecto a su pasado. Nunca debió de escuchar a Baher aquella tarde, porque sabía que él tenía razón.
Lucía siempre era en sus relaciones, la amante, la otra, la tentación, el pecado y la culpa.
¿Cómo podía ella representar tantas cosas oscuras, si era sólo una niña?
Caminó esa tarde por las calles del boulevard ella sola, entreteniéndose con las caras extrañas que pasaban desde los semáforos, los payasos de las esquinas, los vendedores de las calles. Los BMW y sus conductores, el olor a gasolina, los algodones de azúcar y los centros comerciales.
De camino a casa, se sentó en la silla que da a la ventana, pensó en sus ausencias, en su amigo, en su madre, en sus adicciones, en su edad y en su cabello, y se echó a llorar.
Esa tarde tenía el corazón muy roto, cómo para ver a su amante, y él tendría, un compromiso previo más importante.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre hay tentaciones, y casi siempre hay compromisos previos; todos lloramos alguna vez por lo que somos, y por lo que no somos.

Anónimo dijo...

Charlotte Gainsbourg. 5.55
amantes y vacio, al amanecer... http://www.youtube.com/watch?v=K1QyscaEezk&feature=relmfu

Anónimo dijo...

tentaciones, mas que eso verse reflejada en una simplicidad de palabras que mas que un reflejo era toda ella en SI